40 años del otro 11 de septiembre: el derrocamiento de Salvador Allende

Salvador Allende
Además de las Torres Gemela hoy se cumplen 40 años del golpe militar al presidente Salvador Allende en Chile.

Juan Isidro Inoa
Especial/Noticias A Tiempo
E-mail: josemlct11@hotmail.com

El golpe de Estado en Chile del 11 de septiembre de 1973 fue una acción militar llevada a cabo por parte de las Fuerzas Armadas de Chile junto a Carabineros con el aporte económico y estratégico de Estados Unidos bajo el mandato de Richard Nixon, para derrocar al presidente socialista Salvador Allende y al gobierno izquierdista de la Unidad Popular.

Salvador Allende asumió en 1970 como Presidente de Chile, siendo el primer político de orientación marxista en Occidente que accedió al poder a través de elecciones generales en un Estado de Derecho. Su gobierno, de marcado carácter reformista, se caracterizó por una creciente polarización política en la sociedad y una dura crisis económica que desembocó en una fuerte convulsión social.

Así quedaron los lentes de Salvador Allende al caer

La posibilidad de ejecutar un golpe de Estado contra el gobierno de Allende existió incluso antes de su elección. El gobierno de Estados Unidos, dirigido por el presidente Richard Nixon y su secretario de Estado Henry Kissinger, influyeron decisivamente en grupos opositores a Allende, financiando y apoyando activamente la realización de un golpe de Estado. Dentro de estas acciones se encuentran el asesinato del general René Schneider y el Tanquetazo, una sublevación militar en julio de 1973.

A mediados del año 1973, tras el Tanquetazo, grupos dentro de la Armada de Chile planean derrocar al gobierno, al que posteriormente se suman los altos mandos de la Fuerza Aérea y grupos dentro de Carabineros. Días antes de la fecha planificada para la acción militar, se sumó Augusto Pinochet, comandante en jefe del Ejército. En la mañana del 11 de septiembre, las cúpulas de las Fuerzas Armadas y de Orden lograron rápidamente controlar gran parte del país y exigieron la renuncia inmediata de Salvador Allende, quien se refugió en el Palacio de La Moneda. Tras el bombardeo de la sede presidencial, Allende se suicidó y la resistencia en el Palacio fue neutralizada.

El golpe de Estado marcó el fin del gobierno de la Unidad Popular, que sería seguida por el establecimiento de una junta militar liderada por Pinochet. Chile, que hasta ese entonces se mantenía como una de las democracias más estables en América Latina, entró en una dictadura cívico-militar que se extendió hasta 1990. Durante este período, fueron cometidas sistemáticas violaciones a los derechos humanos, se limitó la libertad de expresión, se suprimieron los partidos políticos y el Congreso Nacional fue disuelto.

La existencia de intervención extranjera en Chile se enmarca en un contexto mundial en que Estados Unidos consideraba como prioritario impedir el avance del marxismo y el socialismo en América Latina. Sin embargo, considerando la polarización política local y el desempeño del gobierno de la Unidad Popular, no existe consenso académico sobre si dicha intervención (expresada fundamentalmente en apoyo económico a medios de comunicación, partidos políticos y organizaciones opositoras) jugó o no un papel determinante en el desarrollo de los acontecimientos.

Nixon, apenas asumido, ordenó derrocar a Allende mediante el Proyecto FUBELT, más conocido como Track II.7

Allende con su fusil AK-47 que le regalo Fidel Castro

Una serie de documentos desclasificados de la Casa Blanca publicados en 2009 revelaron que Nixon, durante su gestión, ofreció dinero y ayuda discreta al dictador brasileño Emilio Garrastazu Médici para influir a las fuerzas armadas chilenas con el fin de derrocar a Allende.

De acuerdo con papeles oficiales secretos divulgados por la organización no gubernamentalNational Secret Archives, Nixon le preguntó a Médici, en un encuentro en la Casa Blanca el 9 de diciembre de 1971, si los militares chilenos eran capaces de derribar a Allende, a lo cual Médici le respondió que sí y «dejó claro que Brasil estaba trabajando con ese objetivo».

Ultimo discurso de allende

Quizás sea ésta la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: Soldados de Chile, comandantes en jefe y titulares…, el almirante Merino… más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su solidaridad y lealtad al gobierno, también se ha denominado director general de Carabineros.

Ante estos hechos sólo me cabe decirle a los trabajadores: Yo no voy a renunciar. Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza.

La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

¡Trabajadores de mi Patria!: Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, espero que aprovechen la lección.

El capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, crearon el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición: la que les señaló Schneider y que reafirmara el Comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando, con mano ajena, reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios…

Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.

Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder.

Estaban comprometidos. La historia los juzgará.

…Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa, la seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.

El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

¡Trabajadores de mi Patria!: Tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán de nuevo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile!, ¡Viva el pueblo!, ¡Vivan los trabajadores!

Éstas son mis últimas palabras, teniendo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.

Bombardeo a la casa presidencial La Moneda, donde se encontraba el presidente Salvador Allende

Consecuencias inmediatas del golpe

Se declaró el toque de queda en todo el territorio nacional a partir de las 15 horas del 11 de septiembre de 1973, se permitió a los civiles previo control abandonar el centro de las ciudades y dirigirse a sus casas. En Santiago, inmediatamente las instalaciones de las radios Portales, Magallanes y Corporación, todas las estaciones de TV excepto Canal 13 fueron silenciadas y sus operadores, locutores y directores detenidos a las 13.30 horas y llevados al Banco del Estado de Chile. Los diarios Clarín, El Siglo y otros fueron allanados y sus prensas destruidas.

En las zonas rurales se detuvieron a muchos dirigentes de la Reforma Agraria, muchos fueron ejecutados en el lugar de detención. La colonia alemana benefactora Villa Baviera, ubicada en la zona central, sirvió como centro de detención y lugar de desaparición de muchos activistas de la Unidad Popular.

Cientos de miles de proallendistas tomaron aquellas especies, registros, carné de partidos, libros y propaganda comprometedora y se deshicieron de ella enterrándolas, quemándolas o botándolas a los cauces de ríos. Se declaró ilegal y proscrito al Partido Comunista y Socialista; los partidos Nacional, Democratacristiano y Radical fueron suspendidos cuando se disolvió el Senado. Se conminó a todos los ciudadanos a entregar sus armas de fuego en las comisarías de Carabineros.

Se instó a denunciar a los adherentes al gobierno, por ser traidores a la Patria, según decía el comunicado militar denunciándolos ante las comandancias y cantones. Se publicaron bandos que instaban a la población a delatar a los líderes más prominentes de la UP tales como Carlos Altamirano, Volodia Teitelboim, José Tohá, Luis Corvalán y otros.

Se llamó a aquellos que tuvieran cargos y representatividades de grupos sociales a entregarse a las comisarías para regularizar su situación. Se detuvieron a miles de personas y fueron conducidas el Estadio Chile y luego al Nacional, a aquellas personas que fueron llamadas a viva voz y respondieron de entre la multitud fueron ejecutadas en el mismo lugar, como es el caso de Víctor Jara.

En la Universidad Técnica del Estado de Santiago, militares hicieron allanamientos y ejecutaron a decenas de estudiantes combatientes en las mismas aulas. Muchas ejecuciones fueron hechas a la “bala en fila”. Fueron allanadas las fábricas, las reparticiones públicas y las mineras forzando a los trabajadores a seguir laborando y manteniendo la producción en marcha. En muchas fábricas se realizaron detenciones de todos los sindicalistas y representantes de gremios de la Unidad Popular.

Las poblaciones populares tales como La Legua, La Victoria y San Ramón (La Bandera) fueron allanadas y sus pobladores detenidos en masa. En la Villa La Reina se produjeron ejecuciones sumarias a aquellos líderes que se sorprendieron ocultos. Durante todo el día y la noche y toda la semana se escucharon disparos de ametralladoras en distintos puntos de la capital.

En el sur de país, el 12 de septiembre un grupo trabajadores, campesinos y activistas del Movimiento Campesino Revolucionario intentaron tomarse el retén de carabineros de Neltume en la cordillera valdiviana en un intento fallido de defender el gobierno de la UP, que acabó sin muertos ni heridos. Por dicho acto serían ejecutados sumariamente 12 personas tres semanas más tarde en Valdivia. Miles de perseguidos políticos se refugiaron en las embajadas de gobiernos amigos de la Unidad Popular, como es el caso de Suecia, Italia, Canadá, Australia, Dinamarca, México, Unión Soviética y Cuba.

El 15 de septiembre de 1973, Nixon llamó a Kissinger nuevamente. Se lamentaron sobre lo que Kissinger calificó como los diarios llorones y la sucia hipocresía de la prensa por concentrarse en la represión de los militares chilenos y las condenas al rol jugado por Estados Unidos.

En esta conversación telefónica, que fue desclasificada en mayo de 2004,25 Nixon señala:Nuestra mano se mantiene oculta en esto. Y Kissinger replica: No lo hicimos nosotros… Quiero decir, les ayudamos. [Censurado] creó las máximas condiciones posibles… En la era de Eisenhower, seríamos considerados héroes.

Consecuencias generales del golpe

El golpe de Estado puso fin en Chile a casi 50 años de desarrollo de la institucionalidad democrática, inaugurada con la aplicación de la Carta de 1925 tras la caída de la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo en 1931. Tal institucionalidad venía experimentando desde comienzos de los 60 una fuerte erosión producto de los proyectos mutuamente excluyentes de los sectores políticos dominantes. En lo más cercano el golpe clausuró la “vía chilena al socialismo” largamente esperada por los sectores de izquierda e inauguró un extenso período de facto caracterizado por la concentración casi total del poder en la Junta de Gobierno y en la figura del General Pinochet, así como una fuerte represión sobre los sectores opositores y disidentes (políticos, sindicales y gremiales) mediante la acción de organismos de seguridad creados para el efecto (DINA, CNI), con su cortejo de violaciones a los derechos humanos fundamentales. El período terminaría en 1990, tras la presión desarrollada por la oposición a lo largo de la década de 1980.

En lo social significó el comienzo de un dominio sin contrapeso de los sectores empresariales, los cuales aprovecharon el desmantelamiento de la estructura productiva estatal llevado a cabo por el gobierno de Pinochet a fines de los 70 y comienzos de los 80, por medio de un proceso de privatización. Por otra parte, significó el comienzo de una pauperización de las clases medias y la precariedad e inestabilidad laboral para los sectores asalariados. También el golpe significó el comienzo de un largo exilio para miles de chilenos.

En lo estrictamente económico significó un cambio radical de orientación del papel del Estado en materia económica: de un rol productor y estatizador desarrollado desde la década de los 20, se pasaría a uno de tipo subsidiario, inspirado en las doctrinas económicas neoliberales; éstas privilegiaron en Chile un control estricto de la inflación y de la emisión del circulante, así como una política radical de privatizaciones de las empresas públicas y el fomento de las exportaciones de bienes producidos por el sector primario(agrícolas, mineros) y la importación de bienes de consumo y de capital.

En lo cultural, el golpe significó el comienzo del llamado “apagón cultural”, caracterizado por la represión y autorrepresión de ciertas manifestaciones culturales consideradas contrarias a la línea del régimen militar.

Investigaciones posteriores

EL 25 de enero de 2010 fueron identificados los cuerpos encontrados en el Campo Militar Peldehue, como de los asesores del Presidente Allende asesinados en la Moneda mediante análisis de ADN. Las identidades corresponden a Enrique Paris Roa, 40 años al momento de su detención; Héctor Pincheira Núñez, (28); Óscar Lagos Ríos (21); Julio Moreno Pulgar (24), Julio Tapia Martínez (24), Héctor Urrutia Molina (22), Juan Vargas Contreras (23), Óscar Avilés Jofré (28), Jaime Sotelo Ojeda (33), Manuel Castro Zamorano (23) y Luis Rodríguez Riquelme.

De esta lista, Paris y Pincheira eran asesores del Presidente Salvador Allende y el resto eran integrantes de la seguridad personal (GAP) del Mandatario. Las identidades de Lagos, Moreno, Tapia y Vargas, aparecieron como “lanzados al mar” en el informe sobre el destino final de 200 detenidos desaparecidos que entregó el Ejército de Chile en enero de 2001, luego de la mesa de diálogo de derechos humanos realizada en 2000.

El 23 de mayo de 2011 los restos de Salvador Allende fueron exhumados con el objeto de dilucidar por completo la causa de su muerte, la familia del ex-presidente solicita que el Ejército ayude a localizar el fusil con el cual se supone que Allende se suicidó y que fue incautado durante el Golpe Militar.

El 19 de julio del mismo año, fue entregado el resultado de los estudios de la exhumación, confirmando la teoría del suicidio del presidente Allende como causa de su muerte. Según los expertos, la presencia de dos salidas de bala se deberían a que el arma estaba en estado automático. El forense Francisco Etxeberria que participó en la nueva autopsia declaró que (sic): “Con base en argumentos técnicos y científicos podemos asegurar que la muerte del presidente Salvador Allende se produjo como consecuencia directa de un disparo realizado bajo el mentón que le produjo la destrucción de la cabeza y la muerte inmediata, lo que interpretamos como suicida desde la perspectiva forense”.

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